El mismo transcurre en Estambul, en el año 1910, cuando la ciudad se veía inmersa en una superpoblación de perros.
El flamante gobierno se mostró preocupado por este tema e, influenciado por el modelo occidental, decidió enviar 30.000 perros a una isla desierta.
Librados a su suerte, los perros deberán vivir en este exilio impuesto.
Para ver y reflexionar.
Las matanzas y los exilios no son la solución: si lo son las castraciones y la toma de conciencia.
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